El término "date rape" –como se llama a una violación que se produce durante una cita romántica– fue empleado por primera vez en los medios angloparlantes hace 25 años, cuando una mujer en Estados Unidos decidió hacer público su caso y terminó en la portada de la revista Time. Esta es su historia.
A los 18 años la vida de Katie Koestner era plena y ciertamente feliz.
Venía de un hogar estable en Atlanta, con una mamá dedicada tiempo completo al hogar y un padre que trabajaba como agente del FBI.
Ingresó a la universidad College of William & Mary en Virginia –una institución de gran tradición en Estados Unidos– para estudiar ingeniería química y japonés. Y complementaba sus clases con natación, tocando el piano y leyendo vorazmente.
Era la década de los 90 y Katie había decidido vivir a plenitud el mundo universitario: se alojó en una residencia sólo para señoritas, se unió a una banda musical y a un grupo juvenil de la iglesia cristiana.
Y al completar la primera semana en la universidad conoció a un muchacho que le pareció increíblemente atractivo y pensó que, con suerte, también sería algo más que un hombre escultural.
"No era ingenua, pero en el fondo era una romántica. Pensaba que con algo de suerte uno podía encontrar a su príncipe azul", cuenta.
El príncipe azul
El muchacho la invitó a cenar fuera de la universidad, lo cual era aún más emocionante.
Fueron a un restaurante elegante, con velas en las mesas que le daban un toque íntimo y especial, y música en vivo.
"Los meseros hablaban en francés, mi cita ordenó en francés y yo no podía creer mi buena fortuna. Pensaba que había conocido al hombre más maravilloso de toda la universidad", recuerda.
Y lo que ocurrió después cambió la vida de Katie para siempre.
"Después de la cena no quise ir a su cuarto. Pensé que alguno de sus compañeros podía estar ahí, o podía haber alcohol y yo no quería beber", cuenta.
"Pero nunca pensé que había algo malo en llevar a un chico a tu cuarto, solo para pasar el rato. Abrir la puerta no era el equivalente a encender una luz verde para que pasara todo lo que él quisiera", agrega.
"En mi techo tenía las constelaciones de una noche estrellada y dije: 'Bailemos bajo las estrellas'. Era romántica y tonta. Nada más tenía 18", recuerda.
La violación
Su siguiente recuerdo los ubica ya en el cuarto, y él tratando de desabotonar su vestido.
Los botones estaban en la espalda, y eran muy finos y delicados. Pensó que los iba a arrancar.
Genuinamente pensó que eso era lo peor que podía pasar. Y antes de que le arruinara su vestido, Katie lo alejó amablemente.
El muchacho se retiró hacia el otro lado del cuarto y comenzó a desvestirse. Ella lo miró y su primera reacción fue asustarse, pero inmediatamente pasó a la admiración. Él tenía un gran físico.
Se debatió mentalmente entre comportarse como una "niña decente" y una no tan santa.
"¿Qué es ser una niña decente? ¿Por qué no es lo mismo que ser un "niño decente?", dice que se preguntó Katie.
"Pero mi veredicto final fue: 'Necesito hacer que deje de quitarse la ropa', así que agarré uno de mis peluches y se lo tiré, entre risas", cuenta.
La reacción de él la tomó por sorpresa: la tiró al piso y la dominó nada más con el peso de su cuerpo, luego le tomó los brazos con una mano y con la otra le intentó arrancar el vestido.
"Y aún así todavía no pensaba que me podía violar", cuenta Katie.
Como ella misma explica, "en 1990, una violación todavía era algo que hacía un desconocido. No era algo que hacía la gente que te gustaba o con la que estabas saliendo".
Ella le dijo que se quitara de encima varias veces. Le dijo "No", le pidió que se detuviera. Y lo hizo amablemente, "porque no quería herir sus sentimientos".
Él respondió que se calmara, que "todo iba a estar bien". Nunca se detuvo.
Así perdió la virginidad Katie Koestner.
Una versión "increíble"
Al día siguiente ella fue al centro médico de la universidad, y sólo le dieron unas pastillas para dormir.
Habló con el rector, y éste le dijo que podía arruinar la vida del muchacho con esa denuncia y que en realidad se veía muy nerviosa. Que lo pensara mejor.
El joven comenzó a enviarle mensajes y a decirle que no lo evadiera. Le dijo que estaba enamorado de ella.
Katie no resistió y le contó a su papá.
La primera reacción del padre fue amenazar con ir en busca del muchacho. Pero después le preguntó cómo había ocurrido el hecho.
La interrogó sobre dónde había sido: en su cuarto. Cómo entró, si rompió la cerradura: ella lo invitó.
Su papá dijo: "eso no te habría pasado si tu no lo hubieses dejado entrar a tu cuarto". Y colgó el teléfono.
FUENTE:http://www.bbc.com/mundo